Stanley Simon Malinowitz
Director, Observatorio de
Economía Internacional
del Centro de Investigación sobre
el Desarrollo (CID)
Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá
Los precios del petróleo han caído cerca
del 50% en los últimos meses, y los pronósticos indican que continuarán en
descenso. El desplome del precio ha
causado pánico y crisis en algunos países productores del crudo y efectos no
tan claros todavía en otros países.
Las explicaciones más difundidas por la
caída tan rápida y fuerte del precio del petróleo se enfocan simplemente en los
movimientos de oferta y demanda, de acuerdo a la lógica del mercado. Sin embargo, el petróleo es una mercancía
compleja y hay que tomar en cuenta múltiples determinantes de su precio –tanto
del lado de la oferta como del lado de la demanda-, los cuales podemos
clasificar en tres categorías de acuerdo con tres funciones del petróleo en la
economía actual:
1. Las señales del mercado derivadas de movimientos
de la economía “real”. En la oferta (costos de extracción, disponibilidad de
reservas) y en la demanda (principalmente en la producción y el transporte). En este sentido, el petróleo es un producto
altamente útil que entra directa o indirectamente en la producción de –virtualmente-
todos los bienes y servicios en la economía mundial. Se analiza como cualquier otra mercancía,
aunque generalmente se reconoce que tiene mayor importancia que cualquier otra
mercancía “real” que circula en la economía mundial.
2.
El petróleo es también un activo
financiero de gran importancia. Los
títulos de propiedad y los derivados que dependen de precios y cantidades del
petróleo y de sus títulos se mueven ampliamente en los mercados financieros, y
por eso el precio del petróleo depende en gran parte de criterios financieros y
especulativos.
3.
El petróleo es un recurso de gran interés geopolítico. El control
sobre su producción, su distribución y su precio (que no depende solamente de
la propiedad directa) representa enorme poder económico y político en el mundo,
y por eso la manipulación por fines geopolíticos es también un factor de gran
importancia en la formación del precio.
Los tres factores no son independientes
y mucho menos fácilmente separables. Por
ejemplo, un cambio en el precio por factores “reales” de oferta o demanda puede
estimular una ola especulativa de compra o venta de títulos de petróleo que
termina impactando mucho más el precio; los factores geopolíticos influyen en
las decisiones de cuánto producir y cuánto comprar junto con los factores
técnicos y económicos; etc. Todos se
encuentran presentes en cualquier coyuntura, pero a veces uno u otro factor notablemente
de mayor importancia.
En la gran alza del precio en 2008 (de
menos de US$70 durante la primera mitad de 2007 hasta US$145 en julio de 2008),
el factor especulativo fue claramente dominante.
En un período altamente especulativo, el
estallido de la burbuja especulativa de la vivienda en Estados Unidos provocó
la búsqueda de nuevos activos por parte de los grandes actores financieros,
siendo el petróleo uno de los nuevos refugios para el capital financiero
especulativo. Las explicaciones que
atribuían el alza del precio del petróleo a la demanda de China e India
proveniente de su crecimiento industrial identificaban un factor, pero no
podían explicar la gran magnitud de los incrementos del precio. De igual manera, la dramática caída a menos
de US$40 a finales de 2008 corresponde claramente a movimientos especulativos,
y la tendencia alcista a partir de 2009 (pasando los US$100 en 2011 y quedando
cerca de ese nivel hasta septiembre de 2014), aunque influido por las fuerzas
del mercado (aunque mucho más que las benignas fuerzas del libre mercado –
estas “fuerzas” incluyen las guerras del Medio Oriente y las decisiones
estatales sobre la legalidad del controvertido método de extracción llamada
fracturación hidráulica o fracking) claramente
tiene un fuerte componente especulativo.
El inicio del descenso de los precios de
los distintos grados de petróleo a partir de junio de 2014 ha sido atribuido a
factores por el lado de la demanda dado el débil crecimiento económico a nivel
mundial, aunque las severas situaciones en Irak y Siria limitan fuertemente su
producción y deben presionar los precios hacia
arriba. Sin embargo, la fuerte
bajada de los precios desde septiembre de 2014 responde a decisiones
geopolíticas mucho más que señales económicas del mercado. La causa directa es la decisión de Arabia
Saudita, apoyado por Qatar, de seguir produciendo en altas cantidades y
bloquear la iniciativa promovida por otros países de la Organización de Países
Productores de Petróleo (OPEP) de limitar la producción para mantener los altos
niveles de precios. La razón oficial es
que Arabia Saudita quiere adquirir nuevos mercados ante la débil demanda en el
mercado global. Es importante notar que
Arabia Saudita posee petróleo de alta calidad con muy bajos costos de
extracción en comparación con otros países productores, así que mantiene la
rentabilidad con mayores ventas mientras para otros países el precio no cubre
los costos. Un barril de petróleo saudí
se produce por menos de US$30, mientras en Rusia, por ejemplo, el costo total
sube a US$105.
Fuentes de Arabia Saudita y de los
Estados Unidos han indicado que las verdaderas razones son muy distintas de la
explicación oficial. En septiembre de
2014 John Kerry, el Secretario de Estado de Estados Unidos, viajó a Arabia
Saudita y se reunió con el Rey Abdullah y el Príncipe Bandar. Según varias fuentes, en esta reunión se
acordó la política petrolera de Arabia Saudita con el propósito explícito de
generar el rápido y fuerte descenso de los precios. Poco después, todavía en septiembre de 2014, los
saudíes comenzaron a aumentar la producción en más de 100.000 barriles. Desde entonces han respondido negativamente a
las súplicas de otros países miembros de OPEP de volver a los acuerdos de
limitar la producción para mantener los precios altos.
Los motivos geopolíticos tienen que ver principalmente
con los efectos sobre Rusia e Irán. Para
los Estados Unidos, es una forma de llevar los conflictos con estos dos países
a la guerra económica, no declarada y (por ahora) sin intervención
militar. Para ambos países el desplome
del precio de petróleo está generando una crisis económica por el gran peso de
las exportaciones del crudo en sus economías.
En el caso de Rusia, la política petrolera va a la mano con las
sanciones económicas por parte de los Estados Unidos y sus aliados en la Unión
Europea. Las tensiones tienen que ver
con el conflicto sobre el control de la parte oriental de Ucrania disputada
entre Rusia y el gobierno golpista de Ucrania (apoyado por los EEUU y la UE),
la expansión de la OTAN con bases militares estadounidenses en los países
vecinos de Rusia y el proyecto ruso de construir un gaseoducto para llevar gas
natural a Europa sin pasar por Ucrania sino más al sur.
Con respecto a Irán, existen conflictos marcadamente
visibles con Estados Unidos sobre su programa nuclear y conflictos menos perceptibles
sobre la influencia regional y el control sobre los flujos de petróleo y
gas. Estos problemas también involucran
a Arabia Saudita y Qatar, quienes quieren controlar el flujo de gas al mercado
europeo. Para lograrlo, tienen que
cortar el flujo desde Rusia y reemplazarlo con gas de Qatar y otros aliados
regionales, con sus propias rutas de transporte no controladas por sus enemigos
Rusia e Irán. Es allí donde entra en el
cuento la gran importancia de Siria.
El gobierno de Bashar Al-Assad en Siria
ha sido un aliado importante de Rusia e Irán.
Assad anunció (solo dos meses antes de estallar la rebelión en
Siria) que formaría parte de un
“gaseoducto islámico” que llevaría gas natural de Irán, pasando por Irak y
Siria finalmente conectándose a Grecia y el mercado de la Unión Europea. El proyecto sería muy lucrativo para Siria y
también favorable para Europa, pero la UE se opone en apoyo a sus aliados en el
Golfo Pérsico. Siria también figura en
las rutas planeadas por Qatar y sus aliados, incluyendo Turquía (principal
transportador de gas a la UE) que quedaría excluido de la nueva ruta planeada
por Irán con el apoyo de Rusia y Siria, además de Arabia Saudita y los Emiratos
Árabes Unidos. Este conflicto
geopolítico explica el fuerte apoyo de estos países y sus aliados occidentales
a los rebeldes sirios. Para los Estados
Unidos, el triunfo de sus aliados en la región en el contexto de sus planes de
controlar los flujos de gas asegurará que las transacciones de este sigan
denominadas en dólares estadounidenses, lo cual ayudará a mantener la demanda,
el valor y la supremacía del dólar en el mundo y el sistema de reciclaje de
petrodólares a la deuda estadounidense.
Por supuesto, muchos otros países son
afectados por la caída del precio del petróleo.
Para los grandes productores como Nigeria y Libia, los resultados son
tan devastadores como para Rusia e Irán; para Estados Unidos y sus aliados,
esto parece ser un efecto no deseado pero aceptable como “daño colateral”. En el caso de Venezuela, el gran daño a la
economía nacional y potencialmente al gobierno de Nicolás Maduro es otro
beneficio para los Estados Unidos, dado su hostilidad a este gobierno y su
apoyo a la oposición venezolana.
Sin embargo, algunos analistas prenden
las alarmas sobre el riesgo de posibles resultados desastrosos producto del
desplome del precio del petróleo para los Estados Unidos y la economía
mundial. Lo anterior se debe a los
efectos que los cambios en el precio del petróleo tienen sobre otros precios,
tanto de productos como de activos financieros.
Aunque para los países que no exportan
petróleo los bajos precios del mismo deberían ser una ventaja para su
producción, sin embargo, hay también efectos nocivos que se están mostrando más
poderosos. El precio del petróleo impacta
a la baja los precios de otros productos, sobre todo los commodities que exportan las economías “emergentes” como las de
América Latina. El
aumento del precio de petróleo ha fortalecido el dólar estadounidense con la
correspondiente devaluación de las demás monedas, no solamente en los
exportadores del petróleo aunque más fuertemente en ellos. Esto está produciendo fugas de capital y
reducciones en la entrada de inversión extranjera directa, mayores precios de
los bienes importados y estancamiento económico en general.
Pero es en el mundo financiero, fuente
de tanta inestabilidad en nuestros tiempos, donde se encuentran los mayores
riesgos para la economía mundial. El
bajo precio del petróleo puede acabar con muchas empresas pequeñas dedicadas a
la exploración y producción del petróleo, y está golpeando fuertemente a la
producción de petróleo de esquisto con fracturación hidráulica en Estados
Unidos y otros países – un proceso con altos costos que ha sido estimulado en
años recientes por los altos precios. Las empresas en estas actividades son
financiadas en gran parte por bancos pequeños y medianos y a través de bonos de
altos rendimientos y altos riesgos (junk
bonds o bonos basura). El colapso de
muchas de estas empresas y otras en sectores relacionados al petróleo puede
resultar en el colapso de los bancos prestamistas a estas empresas y de los
bonos y otros activos financieros relacionados al petróleo. Esto puede producir un efecto cadena sobre
otros activos y mercados financieros, generando una inestabilidad financiera
generalizada parecida al efecto del colapso del mercado hipotecario en Estados
Unidos en 2007-08. Igual como en este
caso anterior, puede haber un gran impacto de una crisis en un sector
importante sobre el sistema financiero, y de allí a la economía mundial en
general, dado el mismo contexto de fragilidad en mercados financieros altamente
conectados, apalancados y especulativos.
En resumen, si la causa inmediata del
reciente movimiento de los precios del petróleo es el aumento en la oferta
saudí por fines principalmente geopolíticos (aunque el colapso de competidores
como los productores del petróleo de esquisto puede ser un motivo económico
adicional para Arabia Saudita), los efectos se van a sentir en la geopolítica,
las finanzas y todas las esferas de la economía mundial. Si los efectos se sienten especialmente en
los países productores del petróleo, los efectos de largo plazo, aunque
incluirán impactos impredecibles y contingentes en las reacciones de los
principales actores, pueden ser grandes y tocar áreas económicas y políticas
más complejas que las intenciones de los autores de las políticas detrás de los
bajos precios.